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domingo, 13 de marzo de 2011

MARATÓN VERDIBLANCA 2010 (1ª PARTE)

Y llegó aquel 14 de Febrero, amaneció una mañana fresca, pero no fría, húmeda, pero no lluviosa. A las 6:30 de la mañana sonó el despertador, había que comer dos horas antes de la salida para no tener problemas con el estómago durante la carrera: un plato de arroz integral con atún, un zumo de naranja y un plátano, es decir hidratos, vitamina C, azúcar y potasio, lo imprescindible para lo que vendría después.



La ropa, preparada desde la noche antes, esperaba paciente el ritual de vestirse para el reto: camiseta a rayas verdiblancas, el escudo de las trece barras coronadas en el pecho, la camiseta del Centenario con los nombres de todas las Peñas detrás, aunque tristemente no aparece la mía, la Peña Bética 15J, en aquel entonces aún no existía.

Los habituales nervios previos a la carrera hacen que visite el baño un par de veces antes de coger el coche y dirigirme al estadio de la Cartuja. Cuando salgo a la Autovía Sevilla-Huelva el “bocao” en el estómago se va haciendo notar cada vez más, por la SE-30 ya se ve a los lejos el estadio y los vellos del brazo se empiezan a poner de punta, cada vez queda menos. Aparco en los aledaños de la Cartuja, el ambiente es emocionante, corredores de todas las edades, de todas las hechuras, de todos los lugares (muchísimos portugueses por cierto, con una gran hinchada de familiares venidos del país vecino en las gradas), todo el mundo se desea suerte para la carrera, no hay sentido de competición, más bien hay sentido de compañerismo, casi de hermandad entre los participantes. Unos trotan para calentar piernas, otros bromean y ríen entre ellos, muchos están embadurnándose de vaselina, las axilas, los pezones, la parte interna de los muslos, cualquier lugar del cuerpo susceptible de ser rozado y sangrar por el rozamiento con la ropa, otros muchos estiran piernas, troncos, espalda, cuello y brazos para evitar lesiones de última hora.

Ya dentro del estadio el ambiente se hace más intenso, camisetas, calzonas, calcetines y zapatillas de todos los tamaños, modelos, calidades y colores. Entonces llega el momento de quitarse la ropa de abrigo, el chandal, la sudadera..., en cuanto aparece la camiseta del Betis, las miradas se multiplican a mi alrededor,“que buena camiseta lleva...”, “¡Musho Beti!”, “quillo, esa camiseta tiene que llegar a la meta, ¡eh!”. La piel de gallina me dice que esas simples palabras me estimulan mucho más de lo que piensan quienes las dicen... y es que van dirigidas y están causadas por la camiseta de mi Betis ¡Qué grande siempre y en cualquier circunstancia!.

Al poco, encuentro al “Ave verde” en los pasillos interiores de la pista, lo veo hablar con uno y con otro, la gente lo para, lo anima..., lleva la camiseta de tres rayas verdes más gruesas de lo normal en verdiblanco, pero además lleva a la espalda el número 3 y el nombre de Gordillo, casi ná. Nada menos que su tercera Maratón y vestido de verdiblanco, que arte más grande, no se puede tener más estilo vistiendo y corriendo. Le gritan:“Gordillo cuantas tardes de gloria me has dao mi arma”. Sí, algún despistado lo confunde con el propio Gordillo, ¡Lo que hace una camiseta del Betis! No en vano, esa camiseta va a ser posteriormente una de las más animadas a lo largo de toda la Maratón y es que el nombre de Gordillo y la camiseta del Betis juntas es algo difícilmente superable. Imposible de superar, sin duda.

Salimos a la pista, la gente nos sigue saludando y dando ánimos, encontramos que hay dos corredores más con la camiseta verdiblanca. ¡Qué grande es nuestro Betis! nos deseamos suerte, son casi las nueve en punto y la Maratón va a comenzar, el reto estaba ante nosotros... Qué orgullo es ser Bético, en cualquier circunstancia.

42 kilómetros por tí, Betis.

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